lunes, 30 de abril de 2007

Sergio Markarián: “El futbolista peruano tiene muchas virtudes, pero hay que transmitirle confianza”

El prestigioso técnico uruguayo que llevó al Sporting Cristal a la final de la Libertadores de 1997 ratificó su admiración por nuestro fútbol y lanza algunas claves para afrontar las próximas eliminatorias.

Había sido un día apacible en Buenos Aires, menos para Sergio Markarián, aquel entrenador uruguayo que marcó un hito en nuestro fútbol durante la década de los 90, y que en la actualidad dirige al Libertad de Paraguay. Aquella jornada de nuestra cita había sido el día del partido ante Banfield por la Copa Libertadores, que habría de confirmar o descartar la continuidad de su equipo en la Copa Libertadores; pero a pesar de todo el popular “Mago” nos atendió con la amabilidad que lo caracterizó durante su periplo por el Perú y se refirió sobre su indeleble ligazón con nuestro país.

Una vez más dirigiendo en Paraguay, ¿Se siente cómodo en este país?
Más que un tema de comodidad es una cuestión de oportunidad, mi interés está en dirigir en España y entonces mientras espero que se me abra este mercado, acepté este compromiso corto con Libertad que tan solo es de seis meses por la Copa Libertadores y el primer torneo del año en Paraguay.

En el medio de todo hubo un ofrecimiento para dirigir a la selección peruana, ¿Por qué no lo aceptó?
Para mí la oferta fue un halago, que aún se acuerden de mí en Perú es un reconocimiento sin igual. Ya había sonado dos veces de forma concreta, pero por distintas razones no se concretaron. En la primera ocasión (Eliminatorias para Alemania 2006) casi habiendo hecho un acuerdo, escuché cosas que no me gustaron de ciertos dirigentes y que no estaban de acuerdo al arreglo verbal por eso que no me parecía prudente trabajar en esa inestabilidad; y ahora esta oferta que me hizo el señor Juvenal Silva, pero yo ya tenía este compromiso que cumplir.

¿Le gustó la oferta?
Me pareció muy sincera, era una expresión de confianza hacia mí, pero era un riesgo tomar la dirección de una selección de un país con el cual no estoy consustanciado desde hace años (1998) y más aun con la eliminatoria a la vuelta de la esquina. Creo que mi momento en la selección peruana fue posterior al 97, ahí si me habría sentido un peruano más, compenetrado con los jugadores y con el medio.

Después de aquella inédita final que protagonizó con Cristal en la Libertadores del 1997, ¿Qué cree que pasó con el fútbol peruano?
Hay que ser realistas, para que los jugadores rindan aún teniendo cualidades, hace falta un coro al rededor que favorezca sus virtudes. Si el coro es negativo sus virtudes merman, y a mí me parece que el coro en Perú es negativo. Cuando hablo de coro me refiero al descreimiento, a la falta de fe en la capacidad del peruano, de los entredichos entre técnicos, dirigentes, jugadores y prensa. De las denuncias, de la falta de profesionalismo de algunos protagonistas, y que lamentablemente todo eso va mellando en el espíritu colectivo.

¿Y qué se tiene que hacer Sergio?
Darle mucha confianza al futbolista, apoyo pero no solo de la boca para afuera, sino que ellos lo sientan sincero. Se tiene que entender que en la eliminatoria no solo clasifican los mejores, sino también los que tienen más paciencia, quienes aún perdiendo un partido no incendian la casa. Hay que formar un grupo humano sólido basado de entre 15 y 17 jugadores a quienes hay que darles toda la confianza so pesar del nivel que estén teniendo. Nosotros en el Cristal del 97 teníamos ese espíritu arrasador, a pesar de que los rivales eran muy fuertes, siempre creíamos en lo que teníamos.

¿Qué otro aspecto negativo se tendría que descartar?
En Perú se ventilan muchas hechos afuera de los vestuarios. Siempre se tiene que decir la verdad adentro para después no ser esclavos de la mentira afuera. Eso se tiene que corregir, acabar con el chisme barato porque las cosas se tienen que decir de frente, a veces uno se entera por la prensa algunas cosas que no tienen ni sentido.

¿Lo veremos otra vez dirigiendo en Perú?
No tengo ninguna razón para no volver a un país del que me han quedado muy buenos recuerdos, sobre todo de las ciudades del interior en donde incluso me honraron como ciudadano ilustre. Eso fue una distinción que me emocionó y por tal razón le deseo lo mejor al profesor Uribe y a sus dirigidos en los próximos compromisos.

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